Día 1: Etapa de Tui a Redondela (15 Abril)
El día anterior había viajado desde Salamanca, donde vivo, en coche. No tenía ninguna expectativa creada sobre lo que iba a vivir en los días posteriores, sólo sabía que estaba harto de tener que depender del resto de la gente que normalmente me rodea para hacer planes que, muchas veces, se quedaban en nada, así que entre quedarme en casa una semana y esto... pues me decidí. Al llegar al albergue coincidí con una chica catalana que ya marcó lo que en adelante sería el viaje, "vas a ver como disfrutas, en el camino nunca estás solo". No pudo dar más en el clavo, desde ese momento jamás tuve un momento de aburrimiento, y los minutos de tranquilidad que obtuve los busqué porque los necesitaba, como cualquier persona que desee despejar la mente.
Al día siguiente, alrededor de las 8 nos pusimos en marcha mi compañera de habitación (una mujer alemana con una mochila que pesaba el triple que la mía) y yo. Antes de separarnos (yo preocupado por el peso de su mochila y su consiguiente lentitud al marcar el paso) pudimos ser testigos de sitios mágicos como este, en Mos:
La etapa fue dura por la distancia, a parte de que la subida desde Mos es matadora con 18 kilómetros ya en las piernas, pero bueno, ayudó el plato de pote gallego que utilicé de carburante. Lo único malo de este día fue el excesivo número de kilómetros que hay que hacer por carretera, y eso a pesar de que se ha habilitado un itinerario alternativo mucho más bonito que evita el polígono industrial de O Porriño.
A pesar de eso, como se puede observar en la siguiente imagen, existen numerosas ocasiones en las que "desviarse" un poquito hacia tentaciones tan atrayentes como la cerveza gallega, que está bien rica.
Día 2: Etapa de Redondela a Pontevedra (16 Abril)
La tarde que llegué a Redondela conocí a una persona muy especial durante este camino, mi entrañable Paloma. Llegó tarde al albergue (llegó muy tarde ya a Tui desde Madrid... y empezó con 8 horas de bus a las espaldas... ¡qué valor!) y no tuvo más remedio que dormir en el sofá del albergue donde yo me alojaba. Estuvimos hablando un rato de su odisea particular y lógicamente me fui a dormir dejándola descansar. A la mañana siguiente, cuando los portugueses que nos han acompañado durante todo este camino empezaron a despertarnos y a hacer ruido como si les pagasen por ello, decidimos bajar juntos a desayunar y comenzamos la etapa juntos, ya no nos volvimos a separar durante todo el camino.
La etapa en sí es preciosa, sobretodo en la parte inmediatamente posterior a Redondela, que comienza con una subida dura. Se encuentran detalles de este tipo, que alegran el camino a cualquiera:
Al final de la subida Paloma y yo conocimos a Peque, un chico pontevedrés que, sabiendo de la dureza de la misma, se había apostado con su Peugeot 205 al final de la rampa con el fin de ofrecer una cervecita fresquita a cualquiera que quisiera deshacerse de un eurillo. Este es quizás el momento que más recordaré, por la tranquilidad del lugar y por que fue el momento en que conocimos al que quizás ha sido EL PILAR de nuestro viaje: Pedro. Se trata de un chico venezolano al que, según quien fuera quien se refería a él, adoptó el nombre de Papito, Miamol, Venezuelaman, etc.
Nos alegró el viaje con su melífluo acento caribeño y con expresiones que quedarán en la memoria del tipo:
- ¡Dale con furia papá/bebé! (a la hora de animar a alguien a beber/comer)
- Esto está de miamol con te quiero//esto está pa echalse a lloral (esto está de rechupete)
- ¡Rock & Roll bebé! (Me lo estoy pasando pipa//dale candela)
- Vergatario (coj....onudo)
- Tu vah a ehtal dehpechado cuando yo me malche (Me vas a echar de menos...y lo sabes)...
Con él nos bañamos en el río para superar el calor de los primeros días y un poco antes algunos hacían nuevos amigos:
Pedro es indescriptible. Una mole de cariño y afectividad vestida de chandal fosforito que, aunque a primera vista puede parecer el típico caribeño despreocupado, es capaz de las más profundas reflexiones y conversaciones con las que amenizar la marcha. Si lee esto, sabrá que como él decía, estoy despechado y le extraño desde que nos separamos.
La etapa como tal termina en Pontevedra, que cuenta con un albergue fetén y donde conocimos a las Madrileño-Manchegas, otro grupo de cuatro chicas que ayudó también a alegrarnos la marcha con su simpatía natural y la de su acompañante fortuito, TUIBOY, un gallego con pies de galgo que siempre las dejaba atrás pero siempre regresaba a sus brazos protectores:
Día 3: Pontevedra-Caldas de Reis (17 Abril):
Esta fue también una etapa memorable. Discurre por bosques muy bonitos que cubren de sombra el camino aliviando el calor del que pasea por ellos:
A pesar de que no es muy larga, nos la tomamos con calma para salir, como atestigua esta imagen de nuestro caribeño particular saliendo del albergue cuando ya no quedaba ni Clifford:
Al salir de Pontevedra, podemos recorrer su coqueto centro, plagado de rincones curiosos como esta iglesia con esa fachada tan particular:
Le duró poco la introspección cuando coincidimos con nuestras dos nuevas colegas valencianas, María y Natalia, que ella ya conocía del primer día. Aquí las tenemos "estresándose" para salir del albergue el último día:
Con ellas nos topamos en el MESÓN Don Pulpo, a medio camino entre las dos poblaciones de la etapa. Nos trataron como a reyes y Pedro estuvo a punto de llorar con el bocata de cefalópodo que se metió entre pecho y espalda:
Yo... directamente lloré de alegría con esto:
Al irnos, nos fijamos en este cartel a la entrada del mesón y... viendo la tranquilidad de la que nos habíamos contagiado y que creímos necesaria para disfrutar mejor el camino, nos identificamos plenamente con él:
Día 4: Etapa de Caldas de Reis a Padrón (18 Abril):
En esta etapa, que en su primera parte cruza un bosque precioso y más tarde sigue discurriendo entre casitas también hubo varias cosas destacables.
En primer lugar, conocimos a un músico protugués que nos dio muy buen rollito, se llamaba Joao, pero le llamaban Pony. En este bar nos tomamos unas cuantas tazas de Ribeiro que fueron mano de santo para las ampollas:
En primer lugar, conocimos a un músico protugués que nos dio muy buen rollito, se llamaba Joao, pero le llamaban Pony. En este bar nos tomamos unas cuantas tazas de Ribeiro que fueron mano de santo para las ampollas:
Quizás, lo que más merezca la pena contar es la CHAPA que nos metió el dueño de la MESA DA PEDRA... Un sitio curiosísimo como podréis observar:
Cuenta con todo tipo de cachivaches como este curioso "alivia pies"
Una vez en el pueblo, se pueden visitar cosas como El Santiaguiño, una estatua del santo (o de lo que parece tal) en lo alto de un cerro cercano a la parte antigua del municipio. Para acceder al conjunto hay que subir unas cuantas escaleras.
Como podéis ver, Paloma se echa las manos a la cabeza, quizás intuyendo la posterior derrota que sufrió tras ocurrírsele la demencial idea de retarme a una carrera hasta arriba. Una vez allí, las vistas son bonitas y puede uno echarse una foto cerca del santo, como si fuera un colega más:
Cuando llegamos a Padrón estaban de procesiones, así que nos sentamos a verlas comiendo algo en una terraza. Pedro se pasó media procesión grabando y la definió como "vergataria", con lo que no dejaba dudas de su agrado por el cortejo de Nuestra Señora de Loquefuera.
Aquí está el cortejo del Ku Klux Klan:
Y aquí un servidor dando gracias a la de negro (una del departamento de recursos humanos de la dirección provincial de educación) por los alimentos recibidos:
También habría que hablar de la juerga y los mojitos de Padrón, pero al ser esto un blog público, ni me atrevo, ni creo que tenga que ir más allá del hecho de decir que fue muy grande (y muy borrosa).
Día 5: Etapa de Padrón a Santiago (19 Abril):
En esta etapa nos separamos de las valencianas (Tortuguiña team) con todo el dolor de nuestro corasón (que diría Pedro). Ellas también lo pasaron mal, pero para consolarse se metieron antes de salir el bocata de la foto en las que las presenté, así que se les quitaron bastante las penas, que ya se sabe que con pan son menos...
En esta etapa nos separamos de las valencianas (Tortuguiña team) con todo el dolor de nuestro corasón (que diría Pedro). Ellas también lo pasaron mal, pero para consolarse se metieron antes de salir el bocata de la foto en las que las presenté, así que se les quitaron bastante las penas, que ya se sabe que con pan son menos...
La etapa en sí discurre bastante por zona urbanizada, aunque la parte inmediatamente anterior a Santiago es muy bonita y te puedes encontrar con restaurantes como O Carboeiro, donde te ponen un solomillo de ternera gallega que flipas y que es posible coronar con un coulant de chocolate que quita el "sentío". He aquí la prueba:
Ya en Santiago, podemos deleitarnos, como aquí nuestra colega Judith, con una típica tarta de Santiago, que también está de miamol con te quiero, a juzgar por su cara de felicidad.
Ya llegados a Santiago, sólo quedaba sacar la credencial (los que tuvieron tiempo...), como nuestros otros colegas venezolanos y sus churumbeles:
Otros, de momento nos tenemos que conformar con esta crónica y con la foto que atestigua que logramos nuestro objetivo:
Gracias por leer.